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lunes, 6 de julio de 2015

Hablar en público

Hablar en público
Algunos consejos para mejorar la comunicación con los
demás y a tener en cuenta en debates políticos,

coloquios e intervenciones públicas

Referencias: Vídeo debate entre Kennedy y Nixon





(Válido para oradores, políticos, líderes vecinales, directores o portavoces de organizaciones de todo tipo)

(Ejemplo de cómo comenzar una intervención en la presentación de un cartel)
----Perdonadme... Iba a caer por las escaleras, el frío me ha descolocado’’. Pero bueno, aquí
estoy con vosotros que es lo importante, a pesar de la mañana tan fría que nos ha tocado para
la presentación de este cartel. (Risas) (Esto te ayudará a liberar tensión y encauzar el coloquio o debate con una mejor conexión con el público o el moderador.

Queridos vecinos, es un honor para mí, como regidor de esta gran ciudad, haber llegado hasta
aquí. Es mi tercer cartel como alcalde lo que significa, que el festival de folclore ha llegado a su
tercera edición… Seguimos progresando y mejorando, gracias especialmente a vuestro
compromiso y vuestro trabajo ¡Quién lo diría! Cuando hace ahora tres años apenas pudimos
invertir 300.000 euros en la organización de este evento y ya vamos por los 2 millones de
euros, una inversión importante que otras ciudades no podrían haber hecho jamás dado el
enorme déficit que tienen en sus arcas’’----
(Hagamos partícipe al público de todos los logros a destacar)


 

1.  Mantener un buen lenguaje corporal ayuda a que tu intervención sea más visible,
agradable o llevadera. Echar los hombros hacia atrás, no cruzar los brazos y
mantenerlos en cierta apertura. Levantar la barbilla con moderación, mantener una
postura en definitiva relajada pero atenta. Mirar a los ojos siempre, sin esquivar la
mirada ya que, podría plasmar una imagen debilitada o insegura que ya se encargarían
tus detractores y adversarios de aprovechar.
¡Sonríe! La sonrisa contribuye a que la imagen de un político sea más carismática.
Mejor siempre que te recuerde por una sonrisa a destiempo que por un insulto, una
queja absurda o un mal gesto hacia el público.

La sonrisa es el lenguaje internacional. Prácticamente todo el mundo entiende una
sonrisa, sabe acatarla y hasta puede verse contagiado por ella. La sonrisa siempre es la
mejor de las bienvenidas y puede llegar a ganar adeptos. Una sonrisa natural puede
ser muy positiva tanto en el trascurso de un debate como en la calle misma. No dejes
de sonreír aunque por dentro no te apetezca por alguna razón puntual. Sus efectos
son tremendamente buenos.
Siempre que hablen de tu sonrisa en un debate el efecto puede llegar a ser mejor de lo
esperado. Tu día a día será mucho mejor si sonríes. Darás la imagen de serenidad,
simpatía y amabilidad.

2. Vivimos muy preocupados de dar una buena imagen, de ofrecer un buen discurso, de tener
una excelente conversación, que a veces incurrimos en la prepotencia y tendemos a no
escuchamos entre nosotros. Sin escuchar, nuestra comunicación se deteriora y se estanca.
Escucha, e intenta entender qué te están contando, haz que la otra persona se sienta
comprendida, escuchada, en definitiva, haz que esa persona se sienta importante, porque
realmente lo es.

*Si es en la calle, en un bar de plaza o en un comercio, esa persona debe ser la más importante
del mundo. 

*Si es en un debate, cíñete simplemente a oírla por respeto, anotar sus titubeos, sus fallos,
sus contradicciones. Si tu adversario o tus adversarios, en un debate entre varios te ven
apuntando detalles en uno de tus folios, no solo darás la impresión de ‘’persona seria’’ o rival
serio, sino que puedes llegar a desconcertar y descolocar a dichos adversarios que ya temen
haber cometido algún error y esperan tu reproche cuando toque tu intervención.
Ponte en lugar del que debate viendo como tu adversario anota mientras hablas. ¿Te
desconcentrarías? 
 Probablemente seguirías hablando con normalidad pero en tu
subconsciente pensarías… ¿Habré metido la pata? ¿Se me habrá escapado algo indebido?
Es tal la presión de hablar en público y más si se trata de un debate, que cualquier detalle
puede marcar el desarrollo o el resultado del mismo.
Y te darás cuenta que tu respuesta será mucho más adecuada y acertada si has escuchado
primero.
No querer escuchar es el peor fallo que puede producirse en la comunicación.

3. Quejarse por todo no siempre favorece. Los públicos (que son muy diversos en estos
tiempos), deben de percibirte como un ‘’paquete de soluciones’’ y no como un ‘’paquete de
protestas y quejas’’. Haz de cada queja la mejor solución. Si viertes solamente tus protestas
percibirás el mundo como un lugar agresivo, interpretarás la vida con un enfoque negativo y
sufrirás más en cualquier debate. Además, cansarás a los que te rodean.
Se agotarán de atenderte y terminarán por minimizar tus quejas y no tomarte en serio. El
público siempre espera soluciones. 
Ellos son los que protestan, por lo tanto, no se entendería
que tú también protestaras sin ofrecerles soluciones.
Una buena protesta en el tiempo y forma adecuado, puede resultar positivo, pero siempre es
conveniente hacerlo de forma rotativa ofreciendo alguna propuesta o ciertas vías de
soluciones.

4. Pregunta si no entiendes qué te están diciendo, si te pierdes en un tema o si no sabes lo
suficiente. Ni político veterano o un orador curtido sabrá de todos los temas ¡Nadie tiene todas las respuestas!
Tú puedes saber mucho de algunos temas, y de otros no tendrás tanta idea pero no hay que
provocar una preocupación por ello, ya que eso nos pasa a todos. Si nos preocupamos por no
saber algo en un coloquio, debate o incluso en una charla amistosa, demostraremos cierta
debilidad, nerviosismo e incluso miedo.
Estas situaciones están ligadas entre ellas y conforme
vayamos entrando en una de ellas alimentaremos la siguiente, con lo que empeoraremos
nuestra imagen pública.
Refuerza tu imagen en aquellos momentos que pueden provocarte debilidad. Hay dirigentes
políticos que salen reforzados de situaciones adversas gracias a un buen asesoramiento, a unas
buenas expresiones corporales y especialmente a la calma ante estas circunstancias que
pueden producirse tal y como hemos comentado.

5. Reflexiona y mejora tu clima comunicativo con la persona que tienes en frente.
Por ejemplo: “estoy enfadada/o porque no me has llamado” sustituye esa frase por
“Ana/Antonio, te he echado de menos, me gustaría que mañana quedáramos”
‘’me gusta que me llames porque siempre quiero un plan contigo’’. Como estos hay miles de
ejemplos en todos los campos, en el amor entre parejas, entre amigos, comunidad, entre
políticos, etc.

6. Más yo y menos tú.
Decir lo que tú sientes y no acusar a tu adversario tan rápidamente.
“Me duele, me disgusta, no comparto su posición” y evitaremos con ello emplear el TU : “tú
has hecho, tú has dicho, tú dijiste aquello…’’

7. Especifica qué te disgusta y describe la conducta. No uses etiquetas, adjetivos, y por
supuesto, no insultes: No es lo mismo decir “eres un vago” que decir ‘’dedicas a tu
departamento menos horas de las necesarias’’.
En una discusión, evita la ironía o el sarcasmo. Habla desde la honestidad y sinceridad. No es
cuestión de agredir, sino de solucionar. En un debate político la ironía puede ser un buen arma
para desestabilizar un poco a tu adversario y hacer que pierda su preciado tiempo (que en un
debate es limitado) en pensar sobre esa ironía en la que ha caído.

8. Cuando hables en la calle, en el tú a tú con tus vecinos, dile a la gente lo que te gusta de
ellos.
Harás que se pongan contentos, que su relación contigo fluya, y además aumentarán las
probabilidades de que se repita aquello que te ha gustado. Motivarás a esas personas y
generarás un ambiente de cordialidad muy sano para la vida pública.

La comunicación es el recurso fundamental de la política y una de las categorías básicas de la
democracia: 
''Wilbur Schramm dice “los políticos tienen que ser expertos en comunicación,
debido a que tienen que ofrecerse a sí mismos, dar a conocer resultados y persuadir a los
votantes, y a quienes toman decisiones, de su forma de pensar''. 


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